Esta forma de terapia se basa en un conjunto de técnicas y métodos usados para poder ayudar a niños y niñas que tienen problemas con sus emociones o conductas, y uno de los muchos elementos que la diferencian de la terapia para adultos es que utiliza el juego como elemento clave en la terapia. Además, implica a la familia (y en ocasiones la escuela y/o otras instituciones y profesionales) en el proceso terapéutico, por lo que la relación terapéutica y la alianza es múltiple.

La terapia infantil es muy experiencial y vivencial. Los terapeutas infantiles ponen en práctica actividades y juegos para relacionarse y comunicarse con los niños. No obstante, el lenguaje y la comunicación verbal en este tipo de terapia es también importante, como en la terapia de adultos, pero es necesario adaptarlo a la etapa evolutiva en la que se sitúa cada niño, tanto a nivel de comprensión y expresión del lenguaje como de las características de su cognición y pensamiento.

Y es que parte de la razón de ser de la psicoterapia infantil es que las particularidades de la mente de los niños y las niñas presentan diferencias cualitativamente significativas con respecto a la mente de los adultos (y no solo cuantitativamente distintas). La psicología infantil no es una versión más pobre y desprovista de matices de la psicología de quienes ya son mayores de edad; de hecho, los pequeños piensan de una manera que compensa su falta de conocimientos sobre cómo funciona el mundo y, por ejemplo, se prestan más a la creatividad espontánea, ya que su manera de pensar no ha sido “encarrilada” por el hecho de haber pasado muchos años realizando el mismo tipo de trabajos y de rutinas.

Por ello, un terapeuta infantil debe tener conocimientos profundos sobre el desarrollo evolutivo, las características de cada área (social, cognitiva, emocional, etc.) en cada momento de la vida del niño, y adaptarse a su manera de pensar, de sentir y de comportarse, así como a sus necesidades.

Estos profesionales son expertos en ayudar a los niños a desarrollar y construir la autoestima sana, mejorar la comunicación, las habilidades sociales, estimular el desarrollo y mejorar su inteligencia emocional y relacional. En definitiva, los terapeutas infantiles necesitan una formación y experiencia adecuada y especializada para interactuar con los pequeños mediante técnicas adaptadas, así como para entrenar a padres en técnicas psicológicas que ayuden a influir en el comportamiento y emociones de sus hijos.